junio 2013

lunes, 3 de junio de 2013

PADRE ETERNO, Eres bueno más allá de todo pensamiento, Pero yo soy vil, detestable, miserable, ciego; mis labios están prestos a confesar, pero mi corazón es lento para sentir, y mis caminos son renuentes a enmendar. A ti traigo mi alma; quebrántala, hiérela, inclínala, moldéala. 

Desenmascara ante mí la deformidad del pecado, para así aborrecerlo, odiarlo y huir a ti. Mis facultades han sido un arma de revuelta en contra tuya; como un rebelde, he dado mal uso a mi fuerza, y he servido al repugnante adversario de tu reino.

Dame gracia para lamentar mi necia insensatez, Concédeme conocer que el camino de los transgresores es duro, que las sendas del mal son sendas de maldición, que apartarse de ti es perder todo bien.

He visto la pureza y belleza de tu perfecta ley, la felicidad de aquellos en cuyo corazón ésta reina, la tranquila dignidad del andar al que nos llama, y sin embargo, violo y menosprecio sus preceptos.

Tu Espíritu de amor lucha dentro de mí, me trae advertencias de la Escritura, habla por medio de providencias sorprendentes, me atrae con gemidos secretos, y sin embargo, escojo voluntades y deseos para mi propio daño, le ofendo y contristo de manera impía, y le provoco a abandonarme.

Lloro y lamento todos estos pecados, y por ellos pido perdón. Obra en mí un arrepentimiento más profundo y duradero; Dame la plenitud de un dolor piadoso que tiemble y tema, y que también confíe y ame, que sea siempre poderoso y siempre seguro; Concede que a través de las lágrimas de arrepentimiento, yo pueda ver más claramente el brillo y las glorias de la cruz de salvación.

Por Arthur Bennett -El valle de la visión
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