EL SEXO Y LOS JÓVENES II

EL SEXO Y LOS JÓVENES II

martes, 12 de agosto de 2014

EL SEXO Y LOS JÓVENES II

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EL SEXO Y LOS JÓVENES II
¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a protegerse del pecado sexual?


Hemos intentado con diligencia enseñarles cómo protegerse de la tentación de llegar a las relaciones sexuales íntimas con otra persona. Hemos enfatizado la virginidad física y la necesidad de esperar hasta el matrimonio para practicar relaciones sexuales, pero yo propongo que veamos el asunto con una perspectiva integral más amplia. Existen cuatro puertas por las que puede entrar el pecado sexual. Imagínese que un asaltante desea lastimarle y usted está buscando dónde refugiarse. Usted ve un auto de cuatro puertas en la calle y se mete en él para protegerse. ¿Cuál sería la primera acción que la ayudará a evitar que el asaltante se entre? Cerrar todas las puertas con seguro. A menos que cierre con seguro las cuatro puertas en total no tiene sentido asegurar ninguna. Siempre habrá un punto de vulnerabilidad hasta que cada puerta esté cerrada con seguro.

Este mismo principio se aplica en la integridad sexual. Nuestra sexualidad no tiene que ver con lo que practicamos con nuestros cuerpos, sino con quiénes somos en mente, cuerpo, corazón, y alma. A menos que guardemos cuidadosamente no solamente nuestro cuerpo, sino también nuestra mente, corazón, y espíritu, seremos vulnerables para las tentaciones sexuales. No es simplemente que los cristianos deciden un día cometer un pecado sexual con sus cuerpos o convertirse en adictos al sexo. El pecado empieza en nuestra mente cuando permitimos que los mensajes del mundo infecten nuestros pensamientos hasta que nuestra visión espiritual se opaque. Nuestros pensamientos afectan nuestro corazón y los pensamientos distorsionados se desarrollan sobre creencias distorsionadas. De la abundancia del corazón habla la boca, y nos encontramos disfrutando de un juego divertido de coquetear inocentemente con alguien del sexo opuesto (o del mismo sexo en caso de homosexualidad. Cuando la fascinación con esta persona se intensifica, empezamos a pensar que él o ella es el cumplimiento de nuestros anhelos. Si ponemos a esta persona en un pedestal más alto que el de Dios, se convierte en la idolatría espiritual. Entonces somos como una mariposa nocturna atraída por la llama, enamorada por su resplandor pero ignorante de su fuerza destructiva. 

Guardar nuestra mente

Debido a que los jóvenes de hoy frecuentemente temen que los adultos se aterren o saquen conclusiones falsas acerca de sus curiosidades sexuales, ellos usan la Internet para encontrar respuestas. Desafortunadamente, las respuestas que reciben en el ciberespacio no satisfacen sus curiosidades sexuales. Más bien, la llama se prende aún más porque sus curiosidades se despiertan en gran medida pero sin orientación. Considere estas estadísticas: 
  • La edad media en la que una persona está expuesta a la pornografía en Internet es once años de edad. 
  • Los consumidores más grandes de la pornografía en la Internet son los jóvenes de doce a diecisiete años. 
  • Noventa por ciento de los adolescentes de ocho a dieciséis años han visto pornografía en línea. 
  • Ochenta por ciento de los jóvenes de quince a diecisiete años han tenido múltiples exposiciones a la pornografía pesada. 
  • Treinta y cinco por ciento de la información que bajan entre sí (1.5 billones por mes) es pornográfica. 
  • Ochenta y nueve por ciento de peticiones sexuales entre los jóvenes ocurren en los cuartos de charla en la Internet. 
  • Veinte por ciento de los jóvenes han recibido una invitación sexual por Internet. 
La pornografía en la Internet y los cuartos de charla no son las únicas maneras que las mentes jóvenes están siendo atacadas. También tenemos que advertir a nuestros niños y jóvenes de los peligros de los programas de televisión, las películas, la música, las revistas, las novelas de romance, y otros medios de comunicación que pueden quitar la pureza sexual de su mente y llenarla de deseos lujuriosos. Si podemos parar las tentaciones sexuales de la mente, no tendremos la necesidad de preocuparnos que nuestro corazón, espíritu, y cuerpo cedan a la tentación. Pero si no obtenemos éxito en mantener pura nuestra mente, nuestra batalla se intensificará.


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