CUANDO EL FÚTBOL ERA REY II

CUANDO EL FÚTBOL ERA REY II

jueves, 16 de mayo de 2013

CUANDO EL FÚTBOL ERA REY II

PUBLICIDAD MEDIO
CUANDO EL FÚTBOL ERA REY  II
Mientras comenzaba mi común y corriente vida universitaria, sin deportes ni sueños, mi inquietante sexualidad explotó por todas partes, y muy pronto me encontré inmerso en la pornografía. En realidad, memoricé el día en que llegaba mi revista pornográfica favorita, Gallery [Galería] a la tienda local. Yo estaba de pie en la puerta cuando abría la tienda, incluso si tenía que faltar a clases para hacerlo. Me encantaba la sección en Gallery de «Las chicas vecinas», que tenía fotos de chicas desnudas tomadas por sus novios y presentadas a la revista para su publicación. 

Mientras me internaba hasta el cuello en las aguas de la pornografía, de cierta forma mantenía las relaciones sexuales en una posición moral más alta. Desde mi punto de vista, hacer el amor era algo especial para cuando estuviera casado. Todavía me sentí de esa forma cuando regresé a Iowa después de mi primer año universitario. Me conseguí un empleo durante el verano poniendo techos a fin de ganar enseguida bastante dinero, y comencé a salir con una antigua amiga llamada Melissa, empezando una relación que pronto se convirtió en un tórrido romance. Cuando no estaba martillando clavos en un techo, Melissa y yo nos pasábamos interminables horas juntos. De inmediato, antes de regresar a Stanford para mi segundo año, decidimos pasar juntos un fin de semana apartados en una propiedad de mi padre en el lago Shield al sur de Minnesota. 

Bajo una brillante luna llena en una noche muy clara, nos acostamos a dormir con una brisa fresca soplando con suavidad sobre nosotros, Era un marco romántico, y yo me estaba excitando más cada minuto. Me acerqué a Melissa tranquilamente y ella sabía con exactitud lo que yo buscaba. Melissa me miró con una profunda tristeza en sus grandes ojos castaños, la luz de la luna destacando su inocente rostro. «Tú sabes que yo me estoy guardando para el matrimonio, a la espera de que sea el nuestro», me dijo. «Si sigues insistiendo con esto, quiero que sepas que no te detendré. Sin embargo, nunca seré capaz de respetarte tanto como ahora y eso me haría muy triste por muchísimo tiempo». Exponiendo su virginidad, me presentó el examen supremo. ¿Cómo respondería? ¿A quién amaba más, a ella o a mí? Mi cabeza me daba vueltas. Mi deseo y mi pasión latían con fuerza mientras contemplaba ese dulce rostro resplandeciendo sutilmente. Guardamos silencio por un largo tiempo. Al final sonreí. Me acerqué a ella y me quedé dormido, pasando su prueba de manera maravillosa. Poco sabía que esa era la última prueba que pasaría por muchos años. 

Cuando dejé a Melissa atrás y regresé a la Universidad de una profunda soledad se apoderó de mí. Lejos de mi hogar y con poco apoyo cristiano, deambulaba sin dirección a través de mis días, lamentándome de mi suerte. Entonces un día durante un juego de fútbol en la universidad, mis ojos captaron una árbitra. Parecía una versión ya crecida de mi novia de la niñez, Melody Knight, que se había mudado a Canadá cuando estábamos en el tercer grado. ¡Yo estaba enamorado! Como no había nada que nos detuviera, no pasó mucho tiempo antes de estar en la cama haciendo el amor. Yo lo justificaba porque tenía relaciones sexuales con la mujer con la que yo sabía que me iba a casar. Parecía un paso muy pequeño alejado de mis valores. Es triste, pero la llama de nuestra relación se apagó con tanta rapidez como comenzó, pero aun más triste: Ese pequeño paso dio lugar a muchos otros pasos cuesta abajo. 

La siguiente vez que hice el amor fue con una mujer con la que pensaba que me iba a casar. La próxima vez fue con una buena amiga que pensé que podría amar y quizás casarme con ella. Entonces vino la chica universitaria que apenas conocía y que sencillamente quería probar las relaciones sexuales antes de salir de la universidad. En un período de apenas doce meses, pasé de ser capaz de decir que no en un campamento apartado en una noche a la luz de la luna, a decir que sí en cualquier cama y cualquier noche. Precisamente un año después de salir de la universidad en California, me encontré teniendo cuatro novias «formales» a la vez. Me acostaba con tres de ellas y en verdad estaba comprometido para casarme con dos de ellas. Ninguna conocía a las otras. 

¿Por qué te digo todo esto? 

En primer lugar, para que sepas que comprendo la ardiente atracción de la relación sexual antes del matrimonio. Sé por lo que estás pasando. 

En segundo lugar, si ya te estás acostando con alguien y no sabes que no debes hacerlo, te traigo esperanza. Como pronto verás, Dios cambió todo mi punto de vista sobre la relación sexual antes del matrimonio.



Tomado de la Batalla de cada hombre Joven
Ads
bm

Blog personal donde compartiré consejos, artículos Bíblicos, y recursos gratuitos para ayudarte en tu caminar con Jesús.

Recibe contenido actualizado

Suscríbete y recibe el contenido de mi blog actualizado a tu Email Diariamente

Al ingresar tu Email, estas aceptando nuestra Política de Privacidad
Copyright © 2021 Mania Juvenil Todos los derechos Reservados.